La Ironía Histórica: Cómo Washington Unió a Bogotá y Caracas
El anuncio de operaciones terrestres de Trump en el Caribe no solo fue un misil contra el gobierno de Maduro; fue, sin quererlo, el explosivo que selló la alianza más improbable del siglo XXI: la de Colombia y Venezuela. Lo que se planeó en Washington como un cerco final se transformó, por pura inercia geopolítica, en el nacimiento de un nuevo eje continental.
El Fin de una Era: El Divorcio Estratégico
Durante décadas, el Pentágono consideró a Colombia su portaaviones continental. La inteligencia compartida –ese 80% de datos que Bogotá proporcionaba– era el nervio central de la estrategia antidrogas en el hemisferio. Al suspenderla de un golpe, Trump no solo perdió información clave; perdió a su aliado más leal. La respuesta del presidente Petro, retirando a su embajador y denunciando la violación de soberanía, no fue un gesto diplomático: fue el acta de defunción de una alianza que parecía eterna.
Y aquí reside la primera gran ironía: la "guerra contra las drogas", el mismo argumento que durante años justificó la intervención, es hoy el motivo de la ruptura. Washington ve un "narcoestado" donde Caracas ve una soberanía acechada. Y Bogotá, atrapada en el fuego cruzado, eligió lo impensable: mirar al sur.
El Eje del Desquite: Bogotá-Caracas
El ofrecimiento de Maduro de "apoyo militar total" a Colombia no es un acto de caridad. Es la jugada maestra de un ajedrez revolucionario. El mismo país al que Colombia acusaba de harborer guerrilleros, hoy se erige como su protector frente al Norte. La realpolitik ha vencido a cincuenta años de doctrina de seguridad.
Este acercamiento no es táctic, es estructural. Ambos gobiernos, por razones distintas, comparten un enemigo común: la unilateralidad de Washington. Petro, desde la socialdemocracia ecológica; Maduro, desde el socialismo bolivariano. La defensa de la autodeterminación es el nuevo cemento de una pared continental que se levanta desde el Caribe hasta la Amazonía.
El Nuevo Tablero: ¿Y Ahora Qué?
Estamos ante un reordenamiento profundo. Las opciones son claras y ninguna es simple:
La Presión Asimétrica (Lo Más Probable): EE.UU. continuará su campaña de desgaste –bloqueo, operaciones encubiertas, ataques quirúrgicos– sin una invasión total. Es la opción menos costosa políticamente, pero la que garantiza una crisis humanitaria prolongada y un flujo migratorio que desbordará a toda la región.
La Espiral Peligrosa: Un error de cálculo, un drone que falle su objetivo, podría incendiar la pradera. Una respuesta militar venezolana masiva activaría el TIAR para Washington y sumiría a la región en un conflicto para el que nadie está preparado.
La Ruta Inexplorada: La ruptura con Colombia podría forzar a Washington a reconsiderar su estrategia. Si el costo de aislar a Maduro es perder a toda Sudamérica, el cálculo podría cambiar. La ventana para la diplomacia es minúscula, pero existe.
Conclusión: El Despertar de los Gigantes
Trump, en su obsesión por derrotar a un hombre, puede haber despertado a un continente. Brasil y México ya han alzado la voz en rechazo al intervencionismo. El silencio de los demás países no es complacencia, es cálculo.
La pregunta ya no es si el Caribe será otro Vietnam. La pregunta correcta es: ¿Estamos presenciando el fin de la Doctrina Monroe? La alianza forzada entre Colombia y Venezuela sugiere que sí. Washington ha perdido el monopolio de la seguridad hemisférica. El Sur, torpemente, sangrientamente, pero con una convicción férrea, está empezando a escribir su propia doctrina. Y esta vez, la escriben desde Caracas y Bogotá.
Comentarios
Publicar un comentario