LA PRAXIS DE MARIÉLLE: DE LA CONTRADICCIÓN SOBREDETERMINADA A LA EPISTEMOLOGÍA DE LOS OPRIMIDOS
Joan Prim
I. La sobredeterminación encarnada: cuando las contradicciones se hacen cuerpo
La teoría de la sobredeterminación encuentra en Marielle Franco su expresión más concreta y dramática. Su cuerpo negro, femenino, favelado y bisexusal/lesbiano condensaba en sí mismo las múltiples contradicciones del orden opresor: no solo la lucha de clases, sino la colonialidad del poder, el patriarcado y la heteronormatividad. Su asesinato no fue solo un crimen político, sino la expresión violenta de lo que la teoría denomina "punto nodal" donde convergen todas las líneas de fractura del sistema.
Al comprender su práctica política, superamos el economicismo reduccionista: la defensa de las mujeres faveladas contra la violencia policial articulaba simultáneamente la crítica al capitalismo racial, al Estado patriarcal y al colonialismo contemporáneo. Su lucha demostró que la contradicción principal no puede resolverse sin enfrentar simultáneamente lo que las teóricas feministas negras denominan sistemas de opresión que se entrelazan y refuerzan mutuamente.
II. La dialéctica entre organización y espontaneidad en las periferias
Marielle construyó lo que podríamos conceptualizar como "vanguardia orgánica de los excluidos". Lejos del elitismo vanguardista tradicional, su liderazgo emergió de lo que la filosofía de la liberación denomina "lugar epistemológico de la exterioridad" - ese espacio social desde donde se develan las contradicciones que el centro oculta. Su conciencia política no fue "inyectada" desde fuera, sino que se constituyó a través de lo que la teoría de la praxis identifica como "experiencia vivida de la opresión".
Su práctica en la Asamblea Legislativa ejemplifica la superación de la falsa dicotomía entre institucionalidad y movimiento social. Como representante popular, sistematizó, radicalizó y proyectó las luchas concretas de las favelas, demostrando que la verdadera "acumulación de fuerzas" ocurre en ese diálogo permanente entre la energía creativa de las bases y la mediación política consciente.
III. Internacionalismo concreto desde los márgenes
Marielle practicó lo que podríamos denominar "internacionalismo de los oprimidos". Su defensa de las mujeres migrantes y su solidaridad con las luchas del África lusófona encarnaban un universalismo concreto que partía del reconocimiento de lo que la teoría decolonial conceptualiza como "diferencia colonial". Lejos del universalismo abstracto eurocéntrico, construyó puentes entre luchas particulares desde la comprensión de que, como ella misma decía, "los oprimidos del mundo se miran en espejos diferentes pero comparten el mismo dolor".
Esta práctica actualiza la teoría de la "revolución permanente" al demostrar que la liberación de las mujeres negras en las favelas está indisolublemente ligada a la lucha contra el capitalismo racial a escala global. Su internacionalismo no era abstracto, sino que surgía de lo que el pensamiento crítico latinoamericano denomina "política de la ubicación" - la comprensión de que cada lucha local es simultáneamente particular y universal.
IV. La economía política de los cuidados como práctica revolucionaria
La defensa de Marielle por guarderías comunitarias, por el derecho a la ciudad y contra la militarización de las favelas constituye una aplicación concreta de lo que las teóricas feministas conceptualizan como "política de los cuidados". Su práctica revelaba cómo el capital se sustenta no solo en la explotación del trabajo asalariado, sino en lo que podríamos denominar "expropiación de la reproducción social de los pobres".
Al denunciar cómo el Estado racista y patriarcal niega los servicios básicos a las favelas mientras militariza sus territorios, Marielle demostró que la "acumulación primitiva" descrita por Marx continúa hoy mediante lo que las teóricas decoloniales denominan "desposesión de los comunes urbanos". Su lucha por el derecho al transporte, al saneamiento básico y a la seguridad pública desde una perspectiva no militarista revelaba el carácter integral de lo que deberíamos conceptualizar como "lucha por los medios de reproducción social".
V. Hacia una epistemología del favelado
La práctica de Marielle encarna lo que la filosofía de la liberación denomina "epistemología del sur" - el reconocimiento de que el conocimiento válido para la transformación social emerge desde los lugares de dolor y resistencia. Su metodología política - las "plenarias de mujeres negras", los informes sobre violencia policial basados en testimonios directos, la construcción de agendas colectivas - constituye lo que podríamos conceptualizar como "investigación-acción participativa radical".
Esta epistemología desafía el dogmatismo sectario al demostrar que la verdad revolucionaria no surge de la aplicación mecánica de consignas abstractas, sino de lo que la teoría de la praxis identifica como "reflexión crítica sobre la experiencia vivida". Marielle no "aplicaba teoría" a la realidad favelada, sino que construía teoría desde la realidad favelada, actualizando así la famosa tesis sobre Feuerbach en el contexto de las periferias urbanas del capitalismo periférico.
VI. La totalidad concreta como horizonte de lucha
El asesinato de Marielle y la posterior resistencia global que generó ejemplifican lo que la teoría de la hegemonía conceptualiza como "momento de cristalización" de una cadena de equivalencias entre luchas diversas. Su figura articuló simultáneamente las demandas del movimiento negro, feminista, LGBTQ+, favelado y antiimperialista, demostrando en la práctica lo que significa construir lo que los zapatistas denominan "un mundo donde quepan muchos mundos".
Su legado nos enseña que la unidad del campo popular no se decreta, sino que se construye mediante lo que la teoría política radical denomina "articulación práctica de diferencias". Lejos tanto del vanguardismo sectario como del espontaneísmo desarticulador, Marielle demostró que es posible construir lo que podríamos conceptualizar como "hegemonía desde abajo" - un bloque histórico anticapitalista, antirracista y antipatriarcal capaz de enfrentar la totalidad concreta del poder establecido.
En este sentido, su praxis constituye la más elocuente refutación práctica al sectarismo dogmático: demostró que la verdadera revolución será interseccional o no será, será capaz de articular la diversidad de las luchas en un proyecto común o estará condenada a repetir las tragedias del pasado.
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