¡Hasta la Victoria Siempre! El PRT-ERP: Fuego Revolucionario en la Argentina Insurgente
Un análisis combativo desde la trinchera de la memoria y la lucha de clases
Introducción: La llama que no se apaga
El Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) no fue una simple organización guerrillera: fue la encarnación de un proyecto revolucionario audaz, una respuesta radical a la opresión imperialista y la explotación de clase en la Argentina de los 70. En un continente convulsionado por dictaduras y la traición de las burguesías nacionales, el PRT-ERP emergió como un faro de dignidad, inspirado en el guevarismo, el trotskismo y la certeza de que solo la lucha armada podía quebrar las cadenas del capitalismo. Este artículo no busca neutralidad; se alza desde la trinchera de los que hoy siguen creyendo en la revolución, reivindicando el coraje de quienes, como Santucho, dieron su vida por un mundo sin explotados.
1. La guerra revolucionaria: No había alternativa, había imperativo
1.1. El foco que incendió la praxis
La Revolución Cubana no fue solo una inspiración: fue un mandato histórico. El PRT-ERP comprendió que en América Latina, el imperialismo yanqui y sus cómplices locales solo se derrotarían con las armas en la mano. El IV Congreso (1969) no fue un error, sino una declaración de guerra contra el reformismo. "El Combatiente", lejos de ser mera propaganda, fue un manual de resistencia, un llamado a la acción directa en un país donde el Estado respondía con balas a las huelgas. La consigna "quien no pelea no existe" no era un eslogan, era un principio: frente a la masacre de Trelew (1972), la respuesta fue dignidad y fusiles.
Crítica revolucionaria: Vera Carnovale, en su obra Los combatientes, no juzga desde la comodidad académica: expone las tensiones de una organización que, en medio de la represión, tuvo que militarizar su estructura para sobrevivir. Sí, hubo debates, pero ¿acaso una revolución se hace con debates infinitos? La historia la escriben los que actúan.
1.2. El hombre nuevo: Ética del sacrificio
El PRT-ERP no glorificó la muerte: dignificó la vida al ponerla al servicio del pueblo. Los militantes no fueron "mártires", fueron soldados de la patria grande. El "hombre nuevo" no era una abstracción: era el obrero que aprendía a leer en la clandestinidad, la mujer que rompía cadenas patriarcales empuñando un fusil (¡basta de reduccionismos! Las compañeras como Norma Arrostito o Ana María Villarreal fueron comandantes, no "secundarias").
2. Peronismo y clase obrera: La batalla por la conciencia
2.1. Contra el engaño burgués
El peronismo, con su discurso ambiguo y su pacto con la burguesía, fue un muro que el PRT-ERP enfrentó con claridad ideológica. En las fábricas, mientras la burocracia sindical traicionaba, los militantes del PRT organizaban células obreras, editaban periódicos clandestinos y saboteaban la producción para golpear al capital. En Villa Constitución, Córdoba y el Cordón Industrial de Rosario, la consigna era una: "¡Ni golpes ni elecciones, revolución!".
2.2. El GAN: La trampa del enemigo
El llamado "Gran Acuerdo Nacional" fue una farsa para perpetuar el poder oligárquico. El PRT-ERP no se equivocó al denunciarlo: las elecciones de 1973, con el retorno de Perón, demostraron que la democracia burguesa era un teatro. Mientras Montoneros se diluía en el aparato estatal, el ERP mantenía las armas cargadas, anticipando la noche negra de la dictadura.
3. Disciplina revolucionaria: Dureza contra el enemigo, unidad contra la traición
3.1. Justicia de clase, no burocracia
En guerra, la deserción es muerte. Las purgas internas, analizadas por Carnovale, no fueron "paranoia", sino defensa ante infiltrados y delatores. ¿Acaso la CIA no pagaba por información? La "proletarización" no fue castigo: fue pedagogía revolucionaria. Quienes critican la disciplina jamás entendieron el costo de la clandestinidad.
4. Legado: Semillas bajo el asfalto
4.1. ¿Fracaso? ¡Aquí están los que luchan!
La dictadura masacró al PRT-ERP, pero no mató su ejemplo. Hoy, cuando el neoliberalismo saquea América Latina, su legado resurge en las tomas de tierras, en las fábricas recuperadas, en los jóvenes que gritan "¡Santucho vive!". María Seoane, en Todo o Nada, captura esta paradoja: el ERP fue derrotado militarmente, pero su rebeldía es imbatible en la memoria colectiva.
Conclusión: Ni nostálgicos ni derrotistas, ¡combatientes!
El PRT-ERP no fue perfecto. Pero en un mundo donde la izquierda a menudo negocia principios, su intransigencia revolucionaria es un faro. Como dijo Santucho: "Nuestra lucha es por la vida, y por eso no tenemos miedo a la muerte". Reivindicamos su historia sin concesiones, porque la revolución no es un debate de café: es fuego, es entrega, es la ética de los que lo dieron todo.
¡El deber de todo revolucionario es hacer la revolución!
Fuentes revolucionarias
Carnovale, V. (2011). Los combatientes: Historia del PRT-ERP. Siglo XXI.
Seoane, M. (2006). Todo o Nada. Planeta.
Documentos históricos de "El Combatiente" (1965-1977).
Testimonios de sobrevivientes recopilados por la Asociación de Ex Presos Políticos.
Nota editorial: Este artículo no busca el aplauso de los neutrales. Honra a los caídos y desafía a las nuevas generaciones a tomar la posta. Como escribió el Che: "¡Hasta la victoria, siempre!".
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