Trazar una dialéctica entre la Escuela de Frankfurt (representada por su figura más arcana, Walter Benjamin) y la Escuela de Birmingham (representada por su fundador, Stuart Hall) es un ejercicio fascinante. Aunque históricamente separadas y con metodologías distintas, sus trabajos entran en una tensión productiva que puede generar una síntesis enriquecedora para la teoría crítica contemporánea.
He aquí la dialéctica:
Tesis: La Escuela de Frankfurt (Walter Benjamin) - La Crítica de la Cultura como Fantasmagoría y Ruina
Walter Benjamin, especialmente en su obra inacabada Los pasajes de París, ofrece una crítica de la cultura moderna que es a la vez materialista y mesiánica.
Argumento Central: La cultura capitalista, especialmente en su fase de alta mercantilización (el siglo XIX parisino), es una fantasmagoría. Es un mundo de apariencias seductoras (mercancías, pasajes comerciales, publicidad) que encanta a los sujetos, oscureciendo las verdaderas relaciones sociales de explotación que la producen. La cultura no es un reflejo de la base económica, sino un sueño colectivo, un síntoma onírico que hay que descifrar.
Método: Arqueología dialéctica. El crítico es un "montajista" histórico que rescata imágenes del pasado (las "ruinas" de la cultura) y las frota contra el presente para generar una chispa de conciencia, un "tiempo-ahora" (Jetztzeit) que irrumpe la continuidad homogénea y vacía del tiempo progresista. Su herramienta es la alegoría: la mercancía es alegoría de la alienación, la moda es alegoría del eterno retorno de lo nuevo que siempre es lo mismo.
El Fantasma en la Sombra: El riesgo total. La industria cultural (término de Adorno y Horkheimer que bebe de Benjamin) puede perfeccionar la fantasmagoría hasta hacerla irrespirable, anestesiando completamente la capacidad crítica y revolucionaria. La única esperanza es un interruptor mesiánico, un acto de violencia redentora (divina o revolucionaria) que haga saltar por los aires el continuum de la historia.
Antítesis: La Escuela de Birmingham (Stuart Hall) - La Cultura como Terreno de Lucha y Negociación
Stuart Hall y los estudios culturales británicos trasladan la crítica del capitalismo a un plano menos totalizante y más centrado en la agencia y la vida cotidiana.
Argumento Central: La cultura es un campo de batalla hegemónico (en términos gramscianos). No es una mera fantasmagoría impuesta, sino un terreno de lucha, negociación y resignificación. Los productos de la industria cultural son recibidos, interpretados y usados por el público de maneras imprevisibles y a menudo contrarias a sus intenciones originales. La resistencia no viene de una irrupción mesiánica, sino de las tácticas cotidianas de subculturas, grupos subalternos y audiencias activas.
Método: Etnografía y semiótica política. Se estudia cómo se codifican los mensajes dominantes en los medios de comunicación y, crucialmente, cómo son decodificados por las audiencias: de forma hegemónica (aceptando el mensaje), negociada (discutiendo partes) u oposicional (rechazándolo por completo y generando un contra-significado).
El Fantasma en la Sombra: El riesgo de la celebración ingenua. Al enfocarse tanto en la resistencia y el consumo activo, se puede perder de vista las estructuras macropolíticas y económicas de poder que siguen configurando de manera abrumadora el campo de lo posible. Se corre el riesgo de ver resistencia en cada elección de consumo, perdiendo la fuerza de la crítica total al sistema.
Síntesis: La Fantasmagoría como Campo de Batalla. La Alegoría como Herramienta de Decodificación.
La dialéctica entre estos dos enfoques no los anula, sino que los eleva a un nuevo nivel de comprensión. La síntesis no es un punto medio, sino una superación que integra la profundidad filosófica de Frankfurt con el empirismo político de Birmingham.
Frankfurt sin Birmingham es un callejón sin salida: La crítica de Benjamin, por poderosa que sea, puede conducir a un pesimismo paralizante (como el de Adorno) o a una esperanza mesiánica y externa. Al no teorizar la recepción concreta, corre el riesgo de ver a las masas como meramente hechizadas, como sólo espectadores del sueño capitalista. Le falta una teoría de la agencia cotidiana.
Birmingham sin Frankfurt es superficial: La celebración de la resistencia y la negociación puede volverse trivial si no se entiende la escala y la profundidad del sistema que se resiste. Analizar la decodificación oposicional de un programa de televisión sin entender la fantasmagoría mercantil que lo enmarca es perderse el bosque por mirar un árbol. Le falta la crítica totalizadora de la mercancía.
La Síntesis: Descifrar la Fantasmagoría, Mapear la Lucha.
La fantasmagoría benjaminiana (Frankfurt) es el campo de batalla hegemónico (Birmingham). El sueño colectivo del capitalismo no es un bloque homogéneo; es un texto lleno de grietas, contradicciones y puntos de fuga donde se libran microluchas por el significado.
La alegoría, el método de Benjamin, se convierte en la herramienta crítica suprema para una decodificación oposicional. El trabajo del teórico cultural es ser un "cartógrafo de la fantasmagoría": identificar las alegorías dominantes (el iPhone como fetiche de la innovación) y ayudar a crear contra-alegorías que revelen su verdad oculta (el iPhone como producto del trabajo explotado y la obsolescencia programada).
La resistencia ya no es solo el acto de interpretar de otro modo, sino el acto de desmontar el sueño y usar sus escombros para construir nuevos significados. El "tiempo-ahora" de Benjamin no es solo un evento mesiánico; puede ser el momento de una decodificación oposicional masiva que irrumpe en la narrativa dominante.
Conclusión de la Dialéctica:
La síntesis resultante nos da una teoría crítica más robusta y matizada: La cultura capitalista es una fantasmagoría totalizante y seductora (Frankfurt/Benjamin), pero su totalidad es siempre ilusoria, está permanentemente agrietada y es contestada desde dentro por las prácticas de recepción, resignificación y resistencia de la gente común (Birmingham/Hall).
El papel del crítico cultural es, por tanto, doble:
Como arqueólogo de Frankfurt: Exponer la fantasmagoría, descifrar las alegorías de la dominación en los productos culturales.
Como etnógrafo de Birmingham: Mapear y potenciar las prácticas concretas de decodificación oposicional, las tácticas de resistencia y las contra-alegorías que surgen desde abajo.
Esta dialéctica nos salva tanto de la desesperación paralizante como del optimismo ingenuo. La dominación es totalizante, pero nunca total. La resistencia es frágil y local, pero siempre posible. La tarea es encontrar, en las ruinas del presente, los fragmentos para construir una conciencia capaz de soñar un sueño distinto.
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