El Arte de la Sinergia: Cuando el PRT-ERP Aceptaba Relatos Ajenos y su Fantasma Sonríe Hoy
De las cenizas del socialfascismo a la potencia del frente único: la historia no es de puristas, sino de estrategas.
En la política revolucionaria, como en la guerra, la ortodoxia es un lujo que solo se pueden permitir los derrotados. El verdadero poder emerge de la capacidad sinérgica de articular relatos diversos bajo un propósito común, una lección que el "fantasma" del PRT-ERP conoce bien y que hoy observa con una sonrisa en la Argentina contemporánea.
La izquierda del siglo XX aprendió a sangre y fuego el costo de la división. La etiqueta de "socialfascismo", lanzada desde Moscú contra la socialdemocracia europea, fracturó cualquier posibilidad de un frente único contra el nazismo, allanando el camino para Hitler y, más tarde, para su aliado ideológico Francisco Franco. Fue el fracaso catastrófico de una política sectaria que priorizó la pureza doctrinal sobre la supervivencia.
Frente a este dogmatismo letal, emergió en Argentina una organización que entendió que la revolución no se ganaba desde la trinchera ideológica aislada, sino desde la sinergia estratégica. El Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), bajo el liderazgo de Mario Roberto Santucho, desarrolló una práctica política sofisticada y flexible, donde aceptar "relatos revolucionarios que no fueran propios" no era una herejía, sino el núcleo de su método para alcanzar el poder.
1. La Sinergia como Doctrina: El PRT-ERP y la Articulación de Frentes
La fuerza del PRT-ERP no residió en la pureza de una línea ideológica incontaminada, sino en su capacidad para actuar como un catalizador de luchas diversas. Su estrategia se basaba en la construcción consciente de múltiples frentes que se potenciaban entre sí.
Esta no fue una táctica oportunista, sino una doctrina consciente. Como señalan los documentos del V Congreso, el partido se propuso librar una "guerra popular y prolongada, urbana y rural, de masas". Esta concepción, que bebía de la estrategia maoísta pero se adaptaba al contexto argentino, requería tejer una red compleja de apoyos.
Los dirigentes históricos del PRT-ERP encarnaron esta lógica:
Manuel "Manolo" Gaggero, desde la dirección del semanario Nuevo Hombre, no solo explicaba la línea partidaria, sino que explicitaba y justificaba las alianzas políticas necesarias, construyendo el relato que unía a sectores distintos.
Pedro Cazes Camarero, otro sobreviviente de la organización, representa hoy ese puente entre la memoria combatiente y la batalla cultural desde la Revista Crisis.
Humberto Tumini, cuya trayectoria desde el PRT hasta la fundación de Libres del Sur, muestra la transición de la lucha armada a la construcción de un espacio político-electoral dentro de la coalición Fuerza Patria.
La contradicción aparente —aceptar relatos ajenos— se revela así como la clave de su potencial sinérgico. No era debilidad, sino una fuerza multiplicadora.
2. El Fantasma en el Presente: La Sonrisa ante Axel y el MDF
Hoy, el "fantasma" de aquella tradición observa la escena política argentina y encuentra un eco poderoso de su propia lógica en la figura de Axel Kicillof y su Movimiento Derecho al Futuro (MDF). La sonrisa no es de nostalgia, sino de reconocimiento.
Kicillof, el primer gobernador al que la derecha acusa abiertamente de "marxista", no gobierna desde un dogma rígido. Lo hace desde una sinergia práctica y simbólica que recuerda al viejo arte del PRT:
Construye un frente amplio que reúne a intendentes, sindicatos históricos y nuevos movimientos sociales bajo la consigna de ser el "escudo" contra el gobierno nacional.
Libra una batalla por el sentido, actualizando consignas históricas. Su famosa frase "que por acá no pasó la motosierra" transforma una gestión provincial en un acto épico de resistencia, igual que Nuevo Hombre enmarcaba las acciones del ERP.
Es acusado de "marxista" no por citar a Marx en privado, sino por defender lo público con eficacia keynesiana. En esto, su figura adquiere un simbolismo poderoso: encarna una praxis de izquierda que no teme al poder institucional para transformar la realidad.
Esta es la sonrisa del fantasma: ver que la "sinergia pura", aquella que priorizaba el poder concreto sobre la pureza retórica, ha encontrado una expresión viable en el corazón del Estado.
3. Redondeando la Contradicción: La Única que No Era Antagónica
¿Era contradictorio para el PRT-ERP aceptar relatos revolucionarios que no eran enteramente propios? Sí. Pero era la única contradicción no antagónica en su seno.
Mientras que la contradicción con el enemigo de clase (el Estado burgués, el imperialismo) era antagónica y se resolvía por medios revolucionarios, la tensión entre su núcleo duro guevarista-marxista y los relatos de los frentes de masas (sindicalistas, intelectuales, artistas) era una contradicción en el seno del pueblo. Esta se resolvía mediante la articulación política, no la eliminación.
Era la contradicción entre el fuego revolucionario y la paciencia estratégica. Entre la urgencia de la toma del poder y la lenta construcción de hegemonía en las fábricas y los barrios. Abrazar esta tensión, en lugar de negarla, fue lo que les permitió ser, por un tiempo, la guerrilla marxista más poderosa de Sudamérica.
Conclusión: El Legado que No es Dogma, sino Método
La lección del PRT-ERP para la izquierda actual no es un programa de 10 puntos ni un catecismo ideológico. Es un método: el arte de la sinergia estratégica. La capacidad de construir poder uniendo, bajo un propósito común, fuerzas diversas cuyos relatos no son idénticos, pero cuyas direcciones son convergentes.
El fantasma sonríe a Axel Kicillof porque ve en el MDF un intento contemporáneo de aplicar ese método en la arena electoral e institucional. Sonríe porque entiende que en un país fracturado, la unidad no nace de la homogeneidad, sino de la construcción inteligente de un "nosotros" amplio y potente.
Al final, la historia juzga a los movimientos políticos no por la pureza de sus ideas en el papel, sino por su capacidad para transformar la realidad concreta. Y para eso, a veces, hay que aceptar relatos ajenos, tender puentes incómodos y sonreír, desde la historia, a quienes se atreven a intentarlo de nuevo.
La patria no se vende, pero tampoco se gana solo con gritos de pureza. Se construye, ladrillo a ladrillo, en la sinergia de los que luchan.
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