Para construir un espacio político mayoritario, intergeneracional y progresista en Argentina, con Cristina Fernández de Kirchner (CFK) como articuladora de consensos y garante de unidad, se requiere una estrategia que combine legado histórico, renovación táctica, inclusión de agendas juveniles y mecanismos de participación plural. El objetivo es evitar que el proyecto se reduzca a una figura (como ocurrió con el kirchnerismo post-2015) y, en cambio, se convierta en un movimiento capaz de integrar distintas generaciones, territorios y sensibilidades de izquierda/progresistas. Aquí un esquema posible:
1. Redefinir el rol de Cristina: de líder a "garante simbólica"
CFK debe trascender su papel de liderazgo ejecutivo (que genera polarización) para convertirse en una referencia ética y estratégica, similar al rol de José Mujica en Uruguay o Lula en Brasil tras su salida de la presidencia. Esto implica:
Mediación en conflictos internos: Usar su autoridad para resolver disputas entre sectores (ej: La Cámpora vs. sindicalistas, provincias vs. Nación).
Articulación programática: Promover documentos o "acuerdos básicos" que unifiquen principios del espacio (ej: defensa de derechos sociales, soberanía económica, perspectiva de género).
Formación de nuevas generaciones: Crear escuelas políticas o ciclos de debate donde CFK comparta experiencias con jóvenes, sin imponer dogmas.
2. Integración intergeneracional: estructuras compartidas
Para evitar la brecha entre "viejos militantes" y "jóvenes activistas", se necesita:
Liderazgos duales: En cada espacio (sindicatos, movimientos sociales, partidos), promover duplas donde una figura histórica y una joven compartan roles. Ejemplo: Axel Kicillof (generación intermedia) + Leandro Santoro (La Cámpora) en Provincia.
Cuotas generacionales: Reservar el 30-40% de cargos legislativos, listas electorales y puestos partidarios para menores de 40 años.
Mentorías inversas: Que jóvenes expertos en tecnología, comunicación digital o ambientalismo capaciten a dirigentes tradicionales, y viceversa (ej: veteranos enseñan negociación política).
3. Agenda común: mezclar urgencias y utopías
Un proyecto intergeneracional debe conectar demandas inmediatas con transformaciones estructurales:
Generación histórica (CFK, sindicalistas) | Generación joven (La Cámpora, movimientos feministas, ambientales) |
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- Reactivación industrial. | - Transición ecológica con empleo verde. |
- Protección de jubilaciones. | - Universalización de cuidados. |
- Soberanía alimentaria. | - Legalización del cannabis. |
- Defensa de la democracia institucional. | - Participación digital directa. |
Puntos de encuentro:
Reforma tributaria progresiva.
Democratización de la Justicia.
Políticas de memoria y derechos humanos.
Educación pública gratuita y conectada a la economía del conocimiento.
4. Mecanismos de participación ampliada
Para evitar que el espacio dependa de cúpulas, se necesitan herramientas que incluyan a las bases:
Asambleas ciudadanas temáticas: Sobre temas como seguridad, género o deuda externa, con delegados elegidos por sorteo (como en el experimento irlandés del matrimonio igualitario).
Plataformas digitales deliberativas: Usar apps o páginas web para consultar propuestas, priorizar leyes o rendir cuentas en tiempo real (ej: Decidim en Barcelona).
Presupuestos participativos escalables: Desde municipios hasta provincia/nación, con votación popular sobre asignación de fondos.
5. Narrativa y símbolos: del pasado al futuro
La izquierda/progresismo suele anclarse en nostalgias (los 70, los 2000) o en abstracciones ("la patria grande"). Para ser intergeneracional, debe renovar su relato:
Reinterpretar el peronismo: Presentarlo no como un culto a líderes muertos, sino como un "método" para lograr justicia social en el siglo XXI (ej: empleo en la economía digital, feminismo interseccional).
Símbolos nuevos: Menos banderas partidarias y más íconos de luchas actuales (pañuelos verdes, grafitis antirracistas, memes militantes).
Cristina como "puente": Usar su historia personal (de abogada de DDHH a presidenta) para simbolizar la continuidad entre generaciones.
6. Alianzas estratégicas más allá del kirchnerismo
Un espacio mayoritario debe incluir a actores que hoy están fragmentados:
Movimientos sociales: MTD, Barrios de Pie, ambientalistas.
Izquierda no kirchnerista: FIT-U, PTS, pero con acuerdos puntuales (ej: ley de alquileres, reforma judicial).
Sindicatos renovados: No solo la CGT tradicional, sino también colectivos de trabajadores de apps, artistas o cooperativistas.
Provincias disidentes: Gobernadores no peronistas pero aliables en temas específicos (ej: Roberto Mirabella en Santa Fe, Raúl Jalil en Catamarca).
Regla de oro: Las alianzas deben ser tácticas (no ideológicas) y basadas en programas concretos, no en adhesiones personales.
7. Riesgos a mitigar
Personalización excesiva: Si CFK es el único nodo de consenso, el espacio colapsa cuando ella se retire. Solución: crear un "Consejo de Garantes" con figuras como Estela de Carlotto, Adolfo Pérez Esquivel, y líderes jóvenes.
Purismo ideológico: Jóvenes suelen rechazar "pactos con el establishment". Solución: transparentar negociaciones y someterlas a votación interna.
Competencia electoral: Evitar que nuevas generaciones (ej: Myriam Bregman) y viejas estructuras (ej: Sergio Massa) se disputen el mismo electorado. Solución: división de roles (unos enfocados en legislativo, otros en ejecutivo).
Ejemplo concreto: La "Coalición del Bicentenario"
Imaginar un frente donde:
CFK preside un Consejo de Sabios que define lineamientos éticos.
Axel Kicillof lidera el brazo ejecutivo (gobiernos provinciales, alcaldías).
Leandro Santoro coordina el Foro Joven (agenda legislativa con ambientalistas, feministas, tecnólogos).
Esteban "Gringo" Castro (UTEP) moviliza el territorio con movimientos sociales.
Victoria Donda o Alba Rueda representan la transversalidad de género/derechos humanos.
Conclusión
Para que el progresismo sea intergeneracional y mayoritario, debe funcionar como un ecosistema (no un partido piramidal), donde Cristina actúe como "tejedora" de consensos, las juventudes impulsen innovación política, y las instituciones tradicionales (sindicatos, gobernadores) aporten estabilidad. La clave está en institucionalizar la transición sin depender de un nombre, combinando memoria colectiva y experimentación audaz. Si el espacio logra ser un hogar amplio para distintas identidades (kirchneristas, izquierdistas, feministas, sindicalistas), podría dominar la política argentina por décadas.
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