Abordemos esta dialéctica compleja y fascinante. La confrontación entre Vladimir Lenin y Gilles Deleuze representa uno de los choques más productivos en la teoría política del siglo XX: la máquina de guerra revolucionaria contra el aparato de Estado, la dialéctica contra la diferencia, la toma del poder contra la huida creativa.
Aquí está la dialéctica Lenin - Deleuze.
Tesis: Vladimir Lenin - La Conquista del Centro y la Dictadura del Proletariado
Lenin es el gran teórico de la concentración estratégica del poder. Para él, la revolución es una ciencia que requiere precisión quirúrgica.
Argumento Central: El capitalismo es un sistema organizado alrededor de un centro de poder: el Estado burgués. Este centro no es una ilusión; es una máquina real de opresión de clase. Por lo tanto, la tarea revolucionaria es tomar ese centro mediante una insurrección planificada y dirigida por un partido de vanguardia disciplinado, que encarna la "conciencia de clase" histórica del proletariado. Una vez conquistado el Estado, se debe ejercer una "dictadura del proletariado" —es decir, el poder organizado de la clase obrera— para aplastar la resistencia de la burguesía y comenzar la construcción del socialismo.
Metáfora Dominante: La revolución como guerra de posiciones (o "asalto al Palacio de Invierno"). Es un acto de confrontación frontal, centralizado y decisivo.
El Fantasma: El riesgo del reformismo (ceder el centro sin luchar) y del espontaneísmo (dispersar las fuerzas sin un plan para tomar el poder).
Antítesis: Gilles Deleuze (y Félix Guattari) - La Máquina de Guerra Nómada y la Línea de Fuga
Deleuze es el filósofo de la desterritorialización, la multiplicidad y los flujos. Su pensamiento es una huida radical del centro.
Argumento Central: El poder no es solo un centro (el Estado), es también y sobre todo un campo inmanente de fuerzas ("el afuera"). El Estado es un "aparato de captura" que intenta codificar, territorializar y controlar los flujos deseantes y las energías sociales. Frente a esto, la verdadera práctica revolucionaria no es tomar el Estado, sino crear "máquinas de guerra nómadas": agenciamientos colectivos que se organizan de forma rizomática, horizontal y que operan por líneas de fuga. Su estrategia es la huida creativa, no la confrontación frontal. Crear nuevos espacios, nuevas subjetividades, nuevos modos de vida aquí y ahora que escapen a la lógica del Capital-Estado.
Metáfora Dominante: La revolución como éxodo o como contagio viral. Es un proceso de deserción y creación constante.
El Fantasma: El riesgo de la recaptura (que el Estado re-territorialice las líneas de fuga) y de la irrelevancia política (que la huida se convierta en una retirada individualista o una mera contracultura sin poder para transformar la realidad material).
Síntesis: La Máquina de Guerra Leninista - El Partido como Acelerador de Líneas de Fuga
La síntesis no es un punto medio, sino una superación explosiva que toma la fuerza de ambos para crear algo nuevo: una máquina de guerra con la estrategia de Lenin y la ontología de Deleuze.
Lenin sin Deleuze es Esclerótico: Un partido que conquista el Estado corre el inmenso riesgo de convertirse en un nuevo aparato de captura, una burocracia estatal que reprime los flujos deseantes que lo llevaron al poder (la "traición de la revolución"). Es el "Fantasma de Stalin": el revolucionario se convierte en el nuevo hombre de Estado.
Deleuze sin Lenin es Inefectivo: Las líneas de fuga y las máquinas de guerra nómadas, por sí solas, son con frecuencia demasiado frágiles para enfrentarse al poder consolidado del Capital y su brazo armado, el Estado. El Estado puede permitirse el lujo de tolerar mil líneas de fuga culturales mientras controle el centro. Sin una estrategia para confrontar el poder real, el deleuzianismo puede volverse una filosofía para la derrota estética.
La Síntesis Dialéctica: El Partido como "Aparato" y "Máquina de Guerra" a la vez.
La Idea Central: El partido revolucionario (o cualquier forma de organización contrahegemónica) debe ser pensado como una "máquina de guerra leninista". Es decir, debe operar con doble conciencia:
Como Aparato (Lenin): Debe tener la disciplina, la claridad estratégica y la capacidad de análisis de clase para confrontar y destruir el aparato de Estado burgués. No puede huir de esta tarea. Debe estar preparado para el "asalto al centro".
Como Máquina de Guerra (Deleuze): Al mismo tiempo, su forma interna debe ser rizomática, debe cultivar líneas de fuga, debe ser un catalizador de la creatividad y el deseo de las masas, no un aparato de captura. Debe luchar constantemente contra su propia tendencia a convertirse en un Estado en miniatura.
La Estrategia Resultante: La revolución deja de ser solo "tomar el Palacio de Invierno" o solo "huir al desierto". Es un proceso en dos fases dialécticas:
Fase Deleuziana (La Creación): El partido se sumerge en los flujos sociales, aprende de las luchas moleculares, acelera las líneas de fuga, ayuda a crear poder popular desde abajo (consejos obreros, comunas, redes de solidaridad). Es un nómada que recorre el territorio social.
Fase Leninista (La Confrontación): En el momento de crisis orgánica, esa misma máquina de guerra se concentra estratégicamente para asestar un golpe decisivo al centro del poder estatal, utilizando la fuerza acumulada en las redes que ayudó a crear.
El Objetivo Final: No es simplemente "tomar el Estado para extinguirlo" (la paradoja leninista clásica), sino usar el momento de la conquista del poder central para liberar y generalizar todas las líneas de fuga y las máquinas de guerra nómadas que se crearon en la fase anterior. El "Estado obrero" debería ser, desde el primer día, su propio enterrador: un dispositivo temporal para desmantelar el aparato estatal y transferir todo el poder a las formas de autoorganización social (las "máquinas de guerra" victoriosas).
Conclusión de la Dialéctica:
La síntesis Lenin-Deleuze nos da una brújula para el siglo XXI: La revolución necesita la estrategia de Lenin para no dispersarse y la ontología de Deleuze para no volverse opresora.
La organización revolucionaria debe ser lo suficientemente dura para destruir el mundo viejo y lo suficientemente líquida para no solidificarse en el nuevo poder dominante. Debe ser a la vez un cerebro estratégico y un sistema nervioso descentralizado.
Es la dialéctica entre la huelga (el golpe decisivo de Lenin al centro) y el éxodo (la huida creativa de Deleuze para construir lo nuevo). La verdadera praxis revolucionaria es aprender a dar el golpe que abre las compuertas para que el éxodo inunde toda la sociedad.
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