Hacia una Estrategia Revolucionaria para Chile: Teoría, Estrategia y Táctica en la Construcción del Poder Popular
Introducción: La necesidad de una síntesis teórica para la acción concreta
La realidad chilena exige una comprensión estratégica que supere tanto el pragmatismo carente de horizonte como el dogmatismo incapaz de leer la complejidad del presente. La derrota del proceso constitucional y la persistencia del modelo neoliberal, a pesar de su profunda crisis, demuestran que la mera acumulación de fuerza social no basta si no está guiada por una teoría sólida y una estrategia clara. Esta segunda parte se sumerge en los fundamentos teóricos para la acción, integrando el legado del "hombre nuevo" guevarista con las herramientas conceptuales de pensadores contemporáneos, con el objetivo de esbozar una praxis transformadora para los cuadros populares.
I. El "Hombre Nuevo" como Proyecto Estratégico Central: La Transformación de la Subjetividad
La construcción del "hombre nuevo" no es una consigna moralista, sino el eje de toda estrategia revolucionaria seria. Como planteaba el Che Guevara, la revolución no se reduce a un cambio de estructuras económicas; es, fundamentalmente, un acto de transformación de la subjetividad. Se trata de crear un sujeto colectivo cuya estructura de deseo esté orientada a la comunidad y no al mercado, un sujeto para el cual la solidaridad sea el principio rector de la vida social.
En términos deleuzianos, este proyecto es una "máquina de guerra" ética dirigida contra el habitus capitalista internalizado. El habitus, concepto central de Pierre Bourdieu, es el conjunto de disposiciones profundamente arraigadas que nos hacen percibir el mundo y actuar en él de acuerdo con las estructuras del campo social dominante. La dominación no se sostiene solo por la coerción, sino por esta violencia simbólica que hace que el orden establecido parezca natural.
Por lo tanto, la tarea primordial es crear contra-hábitos en los territorios. Asambleas populares donde se practique la toma de decisiones horizontal, huertos comunitarios que disputen la lógica mercantil de la alimentación, espacios de formación política y cultural donde se internalice una moral de la solidaridad de clase: estas son las trincheras donde se forja el "hombre nuevo". La práctica de Marielle Franco en las favelas de Río de Janeiro es un ejemplo luminoso: su lucha desde el cuerpo-territorio de una mujer negra, pobre y lesbiana encarnó esta máquina de guerra ética, desafiando las jerarquías raciales, patriarcales y classistas de manera concreta. En Chile, el movimiento feminista y las luchas socioambientales son vectores esenciales de esta transformación subjetiva.
II. El Análisis de los Campos de Poder: La Disputa por lo Legítimo
La política chilena puede analizarse, siguiendo a Bourdieu, como un "campo" donde distintos actores (partidos, medios de comunicación, conglomerados económicos, movimientos sociales) disputan distintos tipos de capital (económico, cultural, social y, crucialmente, simbólico). La farandulización de la política, el oportunismo y la primacía de la "marca" personal sobre los proyectos colectivos son síntomas de un campo donde las reglas del juego favorecen al capital oligárquico.
La estrategia del campo popular debe ser consciente de este juego. No se puede ignorar el campo existente, pero tampoco se puede jugar en él con sus reglas sin corromperse. La tarea es una doble vía:
Intervenir en los campos existentes para disputar la legitimidad: Presentar candidaturas que encarnen un habitus radicalmente diferente al del político profesional, que hablen desde los territorios y disputen el capital simbólico de lo "posible" y lo "legítimo".
Crear campos autónomos de poder popular: Fortalecer los espacios de decisión y acción colectiva donde las reglas las definan las propias comunidades. El capital simbólico que se acumula en una asamblea territorial o en una coordinadora de defensa del agua es un poder real que desafía la legitimidad exclusiva del Estado oligárquico.
III. Hacia una Estrategia Rizomática y una Guerra de Posiciones Prolongada
La integración de estos marcos teóricos da forma a una estrategia concreta para Chile, que sintetiza a Gramsci, Mao y Deleuze/Guattari.
Guerra Prolongada de Posiciones (Mao/Gramsci): Hay que abandonar definitivamente la ilusión del evento único redentor. La tarea es una "guerra de posiciones" gramsciana, entendida como una "guerra prolongada" maoísta. Esto implica la construcción paciente y metódica de trincheras en la sociedad civil (sindical, cultural, feminista, ecológica, comunicacional) para disputar la hegemonía día a día. Es una lucha que se mide en décadas y que requiere una paciencia estratégica, entendiendo el carácter intergeneracional señalado por el Partido Comunista de Chile. La derrota de una elección o el rechazo de una constitución son batallas perdidas en una guerra más larga.
La Organización como Rizoma (Deleuze/Guattari): La estructura organizativa debe reflejar el mundo que queremos construir. Frente al modelo jerárquico y arbóreo del Estado y los partidos tradicionales, la organización popular debe tender a la forma del rizoma: una red descentralizada donde el Partido Comunista, los movimientos sociales, las asambleas territoriales, los colectivos feministas y ambientales funcionen como nodos interconectados sin un centro único de mando. Esto garantiza resiliencia (si un nodo es reprimido o cooptado, la red sigue funcionando) y evita la burocratización vertical que ahogó proyectos históricos. Es una estructura viva, adaptable y en constante conexión.
Revolución Permanente en el Siglo XXI (Trotsky/Enríquez): La lucha en Chile está indisolublemente ligada a las contradicciones globales del capital. La crisis ecológica, el patriarcado y el racismo no se resolverán dentro de los estrechos marcos del Estado-nación capitalista. La estrategia debe ser, como planteaba Trotsky y practicaba Miguel Enríquez, internacionalista y permanente. Esto significa que cada lucha democrática (por el agua, la vivienda, los derechos) es un eslabón ininterrumpido hacia la necesaria superación del capitalismo. Apoyar las luchas de los pueblos de Perú, Colombia, Bolivia y Palestina no es un acto de solidaridad altruista, sino un reconocimiento de que la lucha es una sola y que nuestro enemigo es global.
Conclusión: La Praxis como Síntesis Superior
La teoría no es un fin en sí mismo, sino un mapa de navegación para la tormenta. Estas herramientas —la máquina de guerra ética del "hombre nuevo", el análisis bourdieuano de los campos de poder, la estrategia rizomática de la guerra prolongada— permiten analizar el campo de batalla chileno con una profundidad que evita tanto el voluntarismo impaciente como el reformismo carente de horizonte.
La táctica concreta —una huelga, una ocupación territorial, una campaña comunicacional— debe evaluarse en función de este marco estratégico: ¿Fortalece la construcción del "hombre nuevo"? ¿Disputa capital simbólico y crea poder popular? ¿Avanza en la guerra prolongada de posiciones?
El objetivo final no es simplemente la "toma del poder", sino el punto de inflexión en que el poder popular construido desde abajo, desde los rizomas territoriales, se convierte en fuerza hegemónica, capaz de redefinir completamente las reglas del juego e instaurar un nuevo sentido común. Un sentido común donde, como gritaba la revuelta chilena, la dignidad por fin se haga costumbre. Esa es la tarea de esta generación y de las que vendrán: una lucha prolongada donde la teoría y la práctica se funden en una praxis creadora e imparable.
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