Integrar el "devenir-mujer" de Deleuze y Guattari es un paso crucial, pues nos ofrece un sombrero conceptual que no se contenta con reformar el sistema, sino que busca desmantelar su lógica molecular. Aquí está la síntesis.
🎭 El Sombrero Deleuzo-Guattariano: El Devenir-Mujer como Línea de Fuga
Este sombrero no piensa en identidades fijas ("la mujer"), sino en procesos de devenir ("devenir-mujer"). Para Deleuze y Guattari, el mundo está segmentado de manera "molar" en grandes identidades binarias (Hombre/Mujer, Adulto/Niño), que son estructuras rígidas y opresivas . Frente a esto, el "devenir-mujer" es un proceso molecular: un flujo de partículas de fuga que escapa a esa captura binaria y abre la posibilidad de ser otra cosa .
El principio radical deleuziano es este: el "devenir-mujer" es el devenir clave, la puerta de entrada a todos los demás devenires (animal, imperceptible), porque es desde la posición de la "mujer" como Otro del hombre blanco, racional y heterosexual donde la fuga se hace más urgente y posible . No se trata de que los hombres "se conviertan en mujeres", sino de que todos, independientemente de nuestro género asignado, activemos este proceso de descomposición de la máquina binaria para inventar una "mujer molecular", un cuerpo liberado de sus órganos socialmente codificados .
💡 Aplicación Práctica: Política de los Cuerpos Molesculares
Sabotaje de los Códigos Gestuales: Practicar una "micro-política" del cuerpo que interrumpa las posturas, ademanes y usos del espacio asignados a nuestro género. Se trata de hacer delirar el cuerpo programado para descubrir sus potencialidades ocultas .
Construcción de Agenciamientos de Deseo: En lugar de buscar una "identidad" estable, tejer alianzas y redes afectivas ("agenciamientos") basadas en afinidades de deseo y lucha, no en categorías identitarias. Una asamblea barrial, un colectivo de trabajo, una red de cuidado, pueden ser agenciamientos moleculares donde el devenir-mujer circule.
El Cuerpo sin Órganos (CsO) como Horizonte: El CsO no es un cuerpo sin órganos físicos, sino un cuerpo sin la organización jerárquica y las funciones que el organismo social le impone . Es el cuerpo como campo de experimentación, donde un brazo puede ser para acariciar, para luchar, para pintar, pero no está fijado a un único destino orgánico (reproductivo, productivo). La práctica feminista es un esfuerzo colectivo para crear un CsO, para "robarle" al organismo social el cuerpo que nos fue arrebatado .
🔄 Síntesis Explosiva: El Devenir-Mujer en Diálogo con los Once Sombreros
Al combinar este sombrero con los anteriores, la praxis feminista sufre una mutación de consecuencias insospechadas.
Con el Sombrero de Judith Butler: Si Butler nos enseñó que el género es una performance, el devenir-mujer de Deleuze es la contra-performance que deshace el guión. Butler muestra que no hay un fondo "verdadero" bajo la performance; Deleuze añade que ese "no-lugar" es, justamente, un campo de creación virtual inagotable. La performatividad butleriana encuentra su motor de fuga en el devenir deleuziano.
Con el Sombrero de Brigitte Vasallo: Vasallo desmonta el "pensamiento monógamo" como estructura de posesión. Deleuze proporciona la herramienta para "devenir-imperceptible" a esa lógica. La crítica de Vasallo al poliamor como acumulación neoliberal encuentra en el devenir-mujer un antídoto: no se trata de acumular conexiones, sino de disolver las identidades que las hacen posibles en un primer lugar, creando flujos de deseo que ya no puedan ser capturados por la lógica de la propiedad .
Con los Sombreros de Kollontai, Federici y el Situacionismo: La socialización del cuidado (Kollontai/Federici) y la construcción de situaciones (Situacionismo) dejan de ser solo consignas redistributivas o actos de teatralidad subversiva. Se convierten en prácticas concretas de creación de "agenciamientos colectivos de enunciación". Una cocina comunal no es solo un espacio para socializar el trabajo reproductivo; es una máquina molecular donde los cuerpos en devenir-mujer pueden experimentar nuevas formas de relación, tiempo y placer, prefigurando un afuera de la familia nuclear y el Estado.
Con el Sombrero de Marta Dillon: El periodismo de los afectos y la memoria (Dillon) encuentra su objeto más crucial: cartografiar estas líneas de fuga. Su tarea sería documentar no solo las luchas, sino los devenires imperceptibles, los momentos en que un cuerpo logra, aunque sea por un instante, escapar de su programación de género y devenir otra cosa. Es la crónica de la mujer molecular naciendo en los intersticios del viejo mundo.
⚠️ Aviso para Navegantes: La Crítica y la Potencia
Este sombrero no está exento de tensiones. Como señala la filósofa Rosi Braidotti, existe el riesgo de que, al hablar de un "devenir-mujer" universal, se borren las diferencias materiales concretas entre las mujeres (racializadas, pobres, trans) . Por esto, el devenir-mujer deleuziano debe ser leído en clave interseccional. No es un concepto para reemplazar las luchas por la materialidad, sino una herramienta para intensificarlas, mostrando que la liberación no es solo tomar el poder, sino devenir incapaz de ser gobernado por la máquina binaria.
Mandato del Sombrero Deleuzo-Guattariano: No preguntes "¿quién soy?". Pregunta "¿de qué soy capaz?". Experimenta con los límites de tu cuerpo y tu deseo. Convierte tu vida en un laboratorio de devenires. Y recuerda: la revolución no será molar o molecular; será el ritmo en que lo molecular agriete y haga recrear lo molar.
Este sombrero completa un mapa de doce herramientas para una guerra en múltiples frentes: lo simbólico (Butler), lo estructural (Vasallo) y, ahora, lo molecular (Deleuze). La tarea, como siempre, es aprender a cambiarlos de sombrero sin perder la cabeza, y a veces, tirarlos todos al aire para bailar bajo la lluvia de partículas de fuga.
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